23/12/15

Ciega lujuria

Sinuosa y opaca silueta se oculta tras el biombo de cristal translúcido de la consulta, mi consulta.
Se agacha a desabrocharse las sandalias y se descalza pisándose los talones ayudándose con su otro pie... Se pasa una mano por el pelo, quizás se quite alguna horquilla, quizás se quiera soltar el pelo... O simplemente rascarse, aunque de acariciarla me encargaría yo.
Eleva los brazos para quitarse la camiseta y siento ganas de salir de la consulta y anular las citas que quedan. Se pasa las manos, ambas, hacía la mitad de su espalda y en un segundo, de su pecho cae el sujetador y puedo ver la forma de sus senos y hacer volar mi imaginación, hasta el punto de así verme de ese lado del biombo.
Pienso en coger el mando del aire acondicionado y disminuir la temperatura. Lo hago, y lo hago tosiendo para disimular el pitido que provoca cada vez que bajo un grado.
Sus manos parecen tener dificultades para desabotonarse el short vaquero, pero mis ojos no pueden dejar de mirar cómo sus pezones han aumentado. Cierro los ojos y me imagino mordisqueándolos mientras los toco con la punta de la lengua en movimientos circulares... Abro los ojos y veo cómo se estremece de un escalofrío y no puedo evitar sonreír...
Ya se ha quedado en braguitas, o tanguita, o lo que sea, y sea lo que sea, le esculpe un trasero de infarto de miocardio, una de mis especialidades...
Se tumba en la camilla esperando que llegue la doctora interna, que está de prácticas, para hacerle el chequeo. A eso lo llamo envidia, y para nada sana, pues mis pantalones notan una presión hasta dolorosa y siento que reventará de un momento a otro, salvo por el sonido que la puerta hace al entrar la doctora, eufórica, rompiendo mi universo de ciega lujuria...

No hay comentarios:

Publicar un comentario